
- Si vais a marchar a la iglesia, iré con vosotros – insistía Ashlyn de forma vehemente.- Son mis camaradas quienes están allí-. La mujer manoseaba nerviosa la empuñadura de su espada mientras miraba expectante al paladín y al sacerdote. Aunque había sufrido heridas durante la defensa de la plaza, las atenciones de Domingo y sobre todo su indómita fuerza de voluntad le hacían seguir adelante. Tras el altercado con los zombis, les había revelado que el pueblo se encontraba afligido por una extraña plaga que había provocado el alzamiento de un sinfín de zombis. En apenas unas horas había habido numerosas bajas, y los supervivientes de la primera oleada se habían refugiado en la plaza del pueblo, si bien algunos habían tenido que fortificar sus propias casas, en un intento agónico de sobrevivir.
- Aún no estoy muy seguro de cuál será nuestro curso de acción. Me preocupa la suerte de vuestros dos compañeros – indicó Bren, mientras se giraba hacia Ismark – pero también la suerte de vuestra hermana. No entiendo que clase de hombre sois para dejarla abandonada en vuestra mansión, en lugar de traerla aquí -. Bren no hacía esfuerzo alguno por ocultar el reproche en sus palabras, mientras miraba al joven.
- Mi hermana es la mejor luchadora del pueblo, no está indefensa, y las paredes de la casa son sólidas. Además, nadie podrá sacarla de allí hasta que se pueda enterrar a nuestro padre -. Los ojos del joven, vidriosos por el alcohol, parecían perderse en la memoria, mientras una fuerte melancolía parecía embargarle.
- Es cierto, se nos olvidaba que el que el nuevo burgomaestre esté con los suyos, ayudando a la defensa del poblado, es una mera coincidencia producto de su alcoholismo. Si hubieseis tenido suficiente bebida en vuestra mansión posiblemente no habríais salido hasta que la plaga hubiese terminado o bien hubiese derribado las fortificadas puertas de vuestro hogar-. Las demoledoras palabras de Domingo, que Ismark recibió encogiéndose de hombros, no hacían sino expresar el malestar que el grupo sentía hacia el individuo en particular, y hacia buena parte de los habitantes en general. Tras hablar con Ashlyn habían entrado en la taberna, y habían tenido que sacar prácticamente a rastras a algunos hombres para reforzar las defensas de la plaza. Para su sorpresa, borracho en la barra, se encontraba Ismark Kolyana, hijo del anterior burgomaestre Kolyan Indirovich, incapaz de farfullar nada coherente. Un cubo de agua fría habías servido para despertarle, pero su embriaguez se había convertido en apatía, mientras le enseñaban la carta que les había traído a Barovia, escrita con una letra que él no reconocía como la de su padre, el cual era velado desde hacía 10 días en la mansión familiar por su hermana, Irina.
- Es cierto que esa joven puede encontrarse en peligro. Thendrick y Mathilda ya deberían haber regresado... si lo consideráis oportuno esperaremos esta noche, pero os ruego que en tal caso partamos mañana por la mañana -. Ashlyn no podía ocultar la preocupación en su tono pero su disciplina marcial controlaba sus ánimos, evitando que se lanzase en una carrera hasta las barricadas, en dirección a la niebla y la iglesia. Como ella misma les había dicho, y luego había confirmado Ismark, la plaga parecía proceder de aquel lugar, donde, según palabras de Ismark, el sacerdote de Pelor local, un hombre llamado Danovich, se había recluido desde la muerte de su hijo Doru hacía dos semanas, asesinado por unos salteadores.
- Yo voto porque nos quedemos y descansemos esta noche. He gastado buena parte de mis conjuros, al igual que el clérigo, y de día seguro que los no-muertos no son tan peligrosos, o al menos abundantes.- Velkar expuso su opinión directamente, como parecía ser su costumbre. El mediano salía en ese instante de la taberna, y se unió al grupo. Era evidente en su rostro una sensación de malestar ante los recientes descubrimientos: Kolyan Indirovich, la persona que supuestamente había escrito la misiva que les había llevado allí, había fallecido varios días atrás, y su hijo, que había asumido el mando del pueblo, les había asegurado que dicha carta no había sido escrita por él, pues la letra no se correspondía. Atrapados en un lugar donde la muerte rondaba por las calles, no obstante, esperaba una actitud algo más arriesgada por parte del mediano, quizás más acorde a su raza.
- ¿Habéis hecho ya uso de vuestras habilidades arcanas y divinas? – inquirió Bren, mientras se concentraba en ambos lanzadores de conjuros.
- Yo aún dispongo de parte de los favores de Pelor, pero mis habilidades para canalizar sus energías contra los muertos vivientes están bastante debilitadas. No obstante, un descanso me recuperaría por completo, tal y como señala maese Velkar – Domingo expuso la situación sin apenas inflexión en su tono, aparentemente dispuesto a actuar de acuerdo a las indicaciones del paladín.
- ¿Y vos, Velkar? ¿Habéis agotado vuestros recursos?
- Bueno... – el mediano titubeo, aparentemente indeciso -, aún dispongo de magia, pero si descansase estaría en mejores condiciones.
- Como todos nosotros, entiendo – apostilló Bren. – Deberemos confiar en el juicio de Ismark, si es que aún conserva tal cosa – comentó mientras posaba su mirada en Ashlyn.- Iremos a la iglesia. Es posible que nuestros compañeros Heraldos aún estén con vida, pero un retraso tan grande eliminaría cualquier opción.
- Perfecto, entonces iré con vosotros. – la mujer parecía exultante, al haber logrado el apoyo de su compañero de armas. Julianus miró a su alrededor, a los lugareños que titubeaban a cada paso, así como al interior de la taberna, desde cuyas ventanas varias miradas curiosas observaban al grupo. Con un par de golpes secos terminó de asegurar el madero, y se acercó a sus compañeros.
- Permitidme que interrumpa, pero no creo que sea conveniente que nos marchemos de la plaza – señaló a su alrededor.- Los aldeanos parecen inquietos por el devenir de los acontecimientos, y no sé hasta que punto su valor les permitirá hacer frente a otra posible incursión de zombis, mucho menos presentarles batalla de manera organizada.
- Ya he pensado en ello, es cierto – intervino Bren. – Sería necesario que alguien se quedase con ellos, alguien que sea mínimamente capaz de organizarles y defender la zona.
- Yo me ofrezco, soy el burgomaestre y me harán caso – Ismark habló, y a juzgar por Julianus no lo guiaba el miedo, sino genuina preocupación, quizás surgida tras la arenga de sus compañeros. Era cierto que el joven era respetado por los suyos, de hecho había convencido al dueño de la tienda de suministros para que les diese el material necesario para las reparaciones, a pesar de sus negativas iniciales. El monje tomó nota mental del detalle mientras atendía a Domingo.
- Lo idóneo sería que se quedase uno de vosotros – dijo, señalando a los paladines.- Necesitarán un corazón valeroso y una espada fuerte, y no creo que haya otros candidatos.
- Es posible, pero si nos dirigimos al origen de este mal, necesitaremos toda la fuerza que podamos reunir – indicó Velkar.
- Y si os vais a la iglesia, son mis hermanos de armas los que pueden estar allí, necesitando ayuda. Es mi deber marchar con vosotros – resolvió Ashlyn.
Unas ligeras pisadas acercándose al grupo hicieron girarse a Julianus.
- Vaya gente la de la taberna, están bajo el asedio de hordas de zombis y es como si la sangre no corriese por sus venas – dijo Marienne, mientras se unía al pequeño círculo que habían formado. - ¿De qué estabais hablando?
...
Con Ashlyn y Bren en vanguardia, le correspondía a Julianus vigilar la retaguardia, protegiendo a Velkar y Domingo. Las calles por las que avanzaban resultaban tan siniestras como las que habían recorrido dirigiéndose hacia la plaza, y la niebla no había perdido en lo más mínimo su intensidad. La tensión podía palparse en el ambiente, pues sabían que podían estar metiéndose en la boca del lobo, pero eso no frenaba lo más mínimo el paso de los dos guerreros que encabezaban la marcha. Sólo de vez en cuando parecían ambos frenar el avance, mientras parecían sumirse en un rápido trance, para comprobar la presencia de criaturas malignas en la zona en la que se adentraban.
La calle principal por la que avanzaban dio paso a una intersección, en el centro de la cual pudieron observar los restos a medio devorar de un caballo.
- Alto.- los dos paladines hablaron casi al unísono. – Ahí delante.
La niebla se disolvió por un momento, y tres amenazadores figuras surgieron del otro lado de la intersección. Sus pesados andares, y el estremecedor gemido que surgió de sus gargantas los identificó como zombis, al parecer los causantes de los destrozos en el caballo.
Durante un instante, el tiempo pareció detenerse mientras los zombis daban un par de pasos, y en ese instante, tras un gesto a Domingo, Bren se lanzó hacia delante, saltando y cayendo sobre un zombi mientras su espada trazaba un arco de muerte que cercenó un brazo a la criatura. Ashlyn le siguió con un grito feroz, mientras Velkar se adelantaba y generaba una explosión de fuego que prendía a dos de las criaturas. Julianus, aprovechando el titubeo de las criaturas, se lanzó sobre ellas para rodearlas, saltando por encima de los restos del animal muerto, y lanzando una serie de rápidos puñetazos mientras aterrizaba al otro lado. Sus puños impactaron en la carne muerta, pero la criatura pareció no sentir el menor dolor, como le había ocurrido anteriormente al enfrentarse a esos seres. Tendría que emplearse más a fondo.
En ese instante dos puertas cercanas de lo que parecían ser casas abandonadas se abrieron, y de ellas asomaron unas delgadas criaturas, de piel macilenta, con afiladas garras y terribles colmillos. Los seres emitieron una cruel carcajada mientras se unían a la refriega, y justo cuando Domingo, que había avanzado su posición para quedarse junto a sus compañeros, comenzaba a lanzar un grito de advertencia, un nauseabundo olor a podredumbre invadió las fosas nasales de Julianus, haciéndole sentir unas terribles arcadas.
- ¡Cuidado, son necrarios! – las palabras de Domingo, cuyo cuerpo se tensaba primero para luego arquearse al ser afectado por aquella pestilencia, se perdían en sus oídos mientras la primera de las criaturas se acercaba a golpearle. Julianus adoptó una postura defensiva, y comprobando cómo sus compañeros aún forcejeaban con dos de los zombis, decidió lanzar un puñetazo a otra de aquellas criaturas, para así atraer su atención sobre él. Dos de los seres se le abalanzaron encima, y comenzaron a lanzar sobre él una lluvia de garras, pero con rápidos y precisos movimientos de sus brazos logró bloquear los golpes que caían sobre él. Mientras, por el rabillo del ojo, pudo comprobar cómo Bren había dado cuenta de otro zombi con ayuda de un mareado Domingo, mientras que Ashlyn, ayudada por los orbes ácidos que Velkar arrojaba desde la retaguardia, había eliminado al tercero. En ese instante, un grito de aviso salió de la garganta de Velkar, pero Julianus no pudo escucharlo con claridad, pues en aquel momento una de las garras se estrelló contra la pared contra la cual poco a poco se había visto arrinconado, haciendo saltar varias esquirlas en todas direcciones.
El golpe dejó desequilibrada a la criatura, lo cual aprovechó Julianus para lanzar un golpe sobre su indefenso pecho, pero sin atreverse a aplicar toda su fuerza por temor a quedarse desprotegido el impacto apenas llegó a inquietar al ser. Correteando hacia el mediano, Julianus pudo ver la razón de su aviso, pues un par de devoradores de cadáveres, aquellas criaturas similares a ratas con las que ya habían combatido, se lanzaban contra él. Aprovechando que su oponente ya estaba derribado, Ashlyn se interpuso en su camino, bloqueando su avance y acabando de un tajo con una de ellas. La segunda lanzó una profunda dentellada que encontró hueco entre las placas de la armadura de la mujer, y esta dejó escapar un quejido.
Mientras, Bren, de dos poderosos mandobles, derribó al primero de los necrarios, y avanzó para ayudar a Julianus. Éste, sin embargo, se distrajo un instante, y una de las criaturas logró superar su defensa, clavando sus garras con fuerza en su hombro. Un escalofrío recorrió su cuerpo, mientras recordaba las propiedades paralizantes del toque de aquellos seres, pero con una explosión de energía interna logró eliminar el agarrotamiento que empezaba a extenderse por su brazo, y con un salvaje grito lanzó un puñetazo directo al cráneo del ser. Un terrible crujido se escuchó cuando su cráneo se rompió, y el monstruo cayó inerte al suelo. Una nueva nube llamas impactó en el muerto viviente restante, que intentó huir, pero, aturdido por el fuego, no pudo evitar el golpe de Bren, que separó de un solo impacto la cabeza de la criatura. Un rápido vistazo le mostró a Julianus que Ashlyn había dado buena cuenta de la rata restante.
- ¿Te encuentras bien? – inquirió Bren.
- Sí, sólo necesito recuperar el aliento. Y quizás algo de curación.- respondió Julianus.
Domingo estaba entonando una salmodia curativa que se aplicó a sí mismo, para luego atenderle a él. Mientras notaba como oleadas de energía positiva renovaban su vigor, pudo observar en sus compañeros una mezcla peculiar de emociones: la preocupación por la situación en la que se encontraba el pueblo y los frecuentes enfrentamientos que habían tenido se combinaban con una cierta satisfacción por no haber cedido ni un solo palmo y haber derrotado a todas las criaturas con las que se habían encontrado. No obstante, todos parecían conscientes de que aún tenían por delante una dura tarea, pues sabían que se aproximaban al foco del mal que asolaba el pueblo: la iglesia.
1 comentario:
Buenas.
Debido a saturación de trabajo las actualizaciones van a ser cada 15 días (en vez de semanales :(
De todos modos, si puedo adelantaré alguna cosilla, pero no prometo nada.
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